Si buscamos (por curiosidad) la planta más venenosa de Asturies, nos encontramos con una tan mortal que llegaría incluso a ser, probablemente, una de las más venenosas de Europa: el acónito o Aconitum napellus. Esta especie ocupa grandes áreas de Europa y Asia y llega en su distribución hasta las montañas de Asturies, donde es conocida por el nombre de matallobos por su gran poder tóxico.

Suele vivir en prados húmedos y sombríos, o junto a fuentes y manantiales. Se trata de una planta muy vistosa, mide hasta 2 metros de alto y de junio a septiembre nos muestra sus grandes flores azules dispuestas en racimos. Las hojas son grandes, profundamente surcadas y las raíces son tubérculos similares a nabos.

Su veneno es un complejo de sustancias entre las que destaca un alcaloide llamado aconitina, que es una dosis de 3 a 6 mg es capaz de matar a un hombre por parálisis cardíaca o respiratoria. Con una dosis conveniente la muerte puede sobrevenir como máximo en unos 45 minutos. Se debe tener la máxima precaución con esta planta, ya que incluso al cogerla su veneno puede pasar a través de la piel provocando dermatitis u otro tipo de intoxicaciones.

A pesa de su toxicidad, puede utilizarse como medicinal en dosis adecuadas: se usa como sedante, antineurálgico o para calmar el dolor en casos de reumatismo y gota. Esencias de esta planta están presentes en numerosos medicamentos. También es utilizada como sustitutiva de la morfina en la rehabilitación de drogadictos.

Conocida desde muy antiguo, la mitología griega establece el origen de esta planta en la espuma del Cancerbero, cuando Hércules lo sacó de los infiernos. En la Edad Media, dice de ella Paracelso que mezclada con ruda, azafrán y áloes es muy eficaz para alejar a los espíritus malignos. También se le atribuía la capacidad de hacer crecer el pelo.