Las leyendas de origen son más que relatos fantásticos: son herramientas culturales para explicar el nacimiento de instituciones, lugares o ciudades. En Asturias, el monasterio de Corniana se asocia a una tradición en la que una osa amamanta a una infanta perdida. En Italia, la fundación de Roma está vinculada a la célebre historia de Rómulo y Remo, salvados por una loba. Aunque ambas narraciones nacieron en contextos muy distintos, comparten elementos que revelan cómo las sociedades construyen su memoria a través del mito.

La historia del monasterio de Corniana

Según la tradición recogida en Corniana, una infanta de la corte leonesa se perdió en los montes cercanos durante su infancia. Cuando la búsqueda parecía inútil, fue encontrada viva gracias a un hecho extraordinario: una osa la había protegido e incluso amamantado, sustituyendo a la madre ausente. Años más tarde, aquella niña —identificada con la infanta Cristina, hija del rey Bermudo II— no olvidó lo sucedido. En agradecimiento por la protección recibida, impulsó la construcción del monasterio de San Salvador de Corniana en el siglo XI. En la portada principal del edificio aún puede verse un relieve que representa a la osa, convertido en emblema duradero del cenobio y de la leyenda. El relato, con variantes transmitidas de generación en generación, no solo explica la fundación del monasterio, sino que también vincula la institución con un episodio de providencia y gratitud. El animal salvaje queda integrado en la identidad de un centro monástico que sería, durante siglos, foco de religiosidad y poder en el occidente asturiano.

Roma y la loba de Rómulo y Remo

En la tradición romana, el mito cumple un papel diferente: no se trata de la fundación de un monasterio, sino del nacimiento de toda una ciudad. La leyenda relata que los gemelos Rómulo y Remo eran hijos de Rea Silvia, una vestal violada por el dios Marte. El rey Amulio, temeroso de que esos descendientes le arrebataran el trono, ordenó que los abandonaran en el río Tíber. El cesto en el que flotaban quedó encallado en una orilla, donde una loba los recogió y los amamantó hasta que un pastor los encontró y crió. Convertidos en adultos, los gemelos derrocaron al tirano y decidieron fundar una ciudad en el lugar de su rescate. Surgió entonces la disputa: Rómulo quería establecerla en el monte Palatino y Remo en el Aventino. El conflicto terminó con el fratricidio: Rómulo mató a su hermano y se convirtió en el primer rey de Roma, ciudad fundada, según la tradición, en el año 753 a.C.

Del cenobio al imperio

Pese a la distancia geográfica y temporal, ambos relatos comparten un motivo central: un animal salvaje actúa como sustituto de la madre humana y garantiza la supervivencia del protagonista. La osa de Corniana y la loba de Roma cumplen una función protectora que legitima, más adelante, la creación de un lugar de referencia: un monasterio en el caso asturiano, una ciudad en el caso romano. Las diferencias, sin embargo, son notables. La leyenda de Corniana tiene un tono piadoso y casi doméstico. El rescate de la infanta conduce a la fundación de un monasterio vinculado al agradecimiento y la devoción. La violencia está ausente: la osa es recordada como benefactora y el episodio se traduce en una obra arquitectónica que aún hoy conserva su impronta simbólica. En cambio, la narración romana está cargada de dramatismo político. La loba no es tanto símbolo de ternura como de poder salvaje y origen divino. La fundación de Roma no se resuelve en armonía, sino en conflicto: Rómulo mata a Remo y establece el poder sobre la base de la fuerza. El mito cumple aquí una función estatal: justificar la supremacía de Roma como ciudad destinada a la grandeza.