Traviesos, bonitos, fuertes, buenos, malos, con voz dulce y hasta con bastante mal humor, la mitología asturiana tiene sitio para todo tipo de personajes. Lo que mostramos hoy es sólo una muestra bien pequeña de lo que nos ofrecen estos personajes milenarios.

Serena

Según cuentan historias antiguas, el mar Cantábrico siempre ha sido un mar poblado por serenas. Pescadores del Puntal de Villaviciosa hablan de una jovencita que sufrió la maldición de dios o de una madre furibunda contra su propia hija que terminó convirtiéndose en serena. La serena tiene una voz dulce y preciosa que es la perdición de los pescadores.

Nuberu

En algunos concejos suroccidentales como Teverga o Sumiedu lo llaman Reñubreiru o en algunos sitios Xuan Cabrita. Vestido siempre con pieles y ropa vieja y con un sobrero negro de ala ancha cubriendo su cabeza, el nuberu las controla las tormentas, atemorizando a las casas de quienes quiere perjudicar, desde las montañas más altas de Asturias, donde vive. Este gigantón tan feo (dice el dicho: “Eres más feo que un nuberu”) visita las casas con forma humana y protege o daña las fincas según le hayan tratado bien o mal en su visita.

Trasgu

            Nuestro leprechaun particular. Este pequeño duende travieso se entretiene entrando en las casas por la chimenea de noche para romper, desordenar y cambiar de sitio las cosas de la casa o hasta soltando el ganado de la cuadra, aunque también puede entretenerse ordenando cosas. Nada más podemos librarnos de él proponiéndole hacer cosas imposibles, ya que piensa que es infalible y le gusta apostar. Suele ser costumbre pedirle tres cosas para librase de él: traer agua en una canasta, volver blanco un pellejo negro y traer medio copín de linaza en su mano izquierda, en la que tiene un gran agujero.

Xana

            El símbolo de la mitología asturiana por excelencia. Se dice que esta bonita hada de cabellos dorados y blancos ropajes vive en las fuentes y las corrientes de agua y posee grandes riquezas. Dicen que la noche de San Xuan sale a peinarse con un cepillo de oro y entrega su riquezas a quien la pueda liberar de su maldición.