En muchas ocasiones el mito destaca el hecho de que la xana es poseedora de ganado. Es siempre un ganado extraordinario, que cautiva tanto por su productividad como por su belleza fuera de lo común.

Esto se traduce en que en Asturies aparecen muy a menudo juntas la xana y la vaca. Ya se ha destacado la importancia que la vaca tiene en la economía rural asturiana y, por tanto, en la cultura asturiana en general. La vaca es un personaje fundamental en la vida diaria, es la fuente básica de alimento y su posición es absolutamente central en todo el ciclo de producción. No sólo da la leche de todos los días, que sirve para el sustento de la familia, sino que la vaca es la que proporciona los xatos, fundamentales para el campesino tanto para la reproducción del ganado como para dedicarlos a la venta y obtener así unos ingresos monetarios, tan difíciles de conseguir en la antigua economía tradicional. Las vacas proporcionan además la fuerza de tracción que se necesitó y tanto se usó en el pasado: para arrastrar los carros en todo tipo de actividades de transporte, no sólo en torno a la ganadería y la agricultura sino también en otros sentidos. Por este motivo en la cultura asturiana hay una especial sensibilidad para con la vaca, a la que se le da un trato bien diferente en comparación con los otros animales domésticos. Así, tradicionalmente a la vaca se le da un nombre, se tiene a la vaca se le da un nombre, se tiene en consideración su idiosincracia, se sigue la evolución de su carácter en sus vástagos y la muerte o la venta del animal se convierte en un auténtico momento dramático, que tienes han vivido en la Asturies rural podrán recordar perfectamente.

No es de extrañar que, entonces, la idealizada xana aparezca frecuentemente al lado de una vaca fantástica, ubérrima, acompañada generalmente de un valioso xatín. La vaca y el ternero son, entonces, algo muy preciado, una gran riqueza, un maravilloso don que la xana estará dispuesta a regalar a algún campesino o campesina, siempre que ésta o éste cumplan una condición impuesta por la xana.

Una leyenda cuenta que haciendo el camino a la braña, una mujer pasó junto a un pozo de agua y se encontró con una mujer rubia y hermosísima que, tras pronunciar unas palabras mágicas, surgió del agua una vaca de aspecto extraordinario y junto a ella un ternero también excelente. La joven rubia le ofrece a la brañera la vaca bajo una condición: sólo debe ordeñar uno de los tetos de la vaca.

La brañera se beneficia de la mucha leche que le proporciona la vaca, cumpliendo la condición hasta que la codicia va inclunándola a ir progresivamente a los otros tetos. De este modo, resulta que un día la brañera se encuentra con que en su cuadra ya no está ni la vaca ni el ternero maravillosos. Ante esta desaparición, la brañera suba al lugar donde está el pozo de agua para recibir alguna explicación. Y, efectivamente, la joven le dice a la brañera que ha perdido la vaca por no cumplir la condición que le había impuesto.

De esta forma, la leyenda mitológica se aprovecha para afirmar una ley que debe seguir el ganadero: nunca debe romperse el equilibrio entre lo que se recoge y lo que hay que dejar para invertir en un futuro. Romper este equilibrio significará el desastre económico, por lo que la contención y la previsión deben primar en la estrategia ganadera, nos dice el mito.