Grau es tierra de cruce de caminos. En este concejo confluyen y divergen dos de los itinerarios culturales y vías de comunicación más importantes de la historia europea: el camino de Santiago Primitivo y el Camín Real de la Mesa, antigua calzada romana. Su naturaleza de cruce confirió al territorio y a su gente un carácter abierto, cosmopolita y hospitalario. Si a esta circunstancia unimos la fertilidad de unas vegas alimentadas por el agua del Cubia y del Nalón, logra como resultado no solo una huerta de primera calidad, sino una cultura comercial que se traduce en un importante mercáu dominical, un comercio local muy profesional y unos dulces de factura totalmente moscona. Su villa y capital conservan ejemplos arquitectónicos de gran valir desde la etapa medieval hasta nuestros días, arquitectura indiana incluida. Un concejo que merece la pena visitar en cualquier época del año, pero sobre todo en cualquiera de las dos Flores que celebran. Allí, puedes visitar lugares como estos:
Museo Etnográfico de Sama
La visita al museo etnográfico de Sama es una oportunidad para disfrutar de la cultura y la historia de este pueblo contada por sus gentes a través de los objetos expuestos. Ubicado en las antiguas escuelas, el museo expone la vida tradicional a través de los útiles que caracterizaron la labor de los campesinos, los distintos oficios vinculados al mundo rural, la escuela y la cultura asturiana. Otro atractivo de este museo son las propias escuelas, que están adornadas con unos curiosísimos azulejos, únicos en Asturias, que muestras escenas de El Quijote, además de dichos y refranes.
Peñaflor
Pocos rincones encontraréis en Asturies con tanta historia como Peñaflor. Su privilegiada situación, que constituye el vado más estrecho del río Nalón, convirtió a la localidad en paso obligatorio del Camino Primitivo de Santiago desde el siglo IX, cuando fue testigo del primer peregrinaje a la tumba del apóstol por el rey asturiano Alfonso II. Poco más de un siglo después, en el año 1144, el rey Alfonso VII y su esposa doña Berenguela mandaron erigir un puente, una capilla y un hospital de peregrinos. Durante la guerra de la Independencia, se dice que los franceses subieron hórreos a las peñas para usarlos como albergues y garitas, pero que terminaban hundidos al ser aserrados los pegoyos por los vecinos del lugar. Vivió también una escaramuza en la guerra carlista y en la guerra civil fue una vez más un lugar muy codiciado, al constituir un punto estratégico en el famoso pasillo de Grau.
Baselgas
Al sur del concejo de Grau, a unos 15 kilómetros de la villa, se encuentra este pueblín por el que parece que no pasa el tiempo. Presume de tener una curiosísima concentración de hórreos y paneras, distribuidas entre encantadoras casas de piedra. Además, al estar rodeado de paisaje autóctono y alejado de las carreteras principales, podemos afirmar que tiene unas de las mejores vistas de la zona. Bajo uno de sus hórreos aún se puede observar un pisón de rabil (ingenio de madera para desergar la escanda).
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