Sin duda una de las construcciones más características que podemos encontrar en Asturies son los hórreos que dibujan paisajes asturianos y despiertan la curiosidad de todos los que nos visitan. ¿Pero qué hay habitualmente detrás de estas construcciones?

Antiguamente, el hórreo era un elemento imprescindible en las casas, por lo que casi todas las casas tenían uno para su utilización. Aunque también es verdad que en ocasiones algún hórreo se dividía entre algunas familias, de manera que un hórreo podía usarse entre más de una familia. Era tan importante que la gente de pueblo se preguntaba cómo es que podían vivir sin hórreo en la ciudad.

Los hórreos se usaban para tareas agrícolas y ganaderas, y de ellos se colgaban riestras de maíz y se guardaban fabes, patatas, cebollas, frutos y otro tipo de alimentos. Al estar colgados en lo alto, aislado del suelo, el alimento se conserva seco y la comida tarda más en empodrecerse. Además, estando arriba, puede protegerse de que la coman ratones y otros roedores.

Generalmente, los hórreos están compuestos por pegollos, columnas piramidales o cónicas de madera, de piedra o de mampostería. Un pilpayu o solera sobre la que se fija el pegollo. La muela, pegollera o tornarratos, una pieza cuadrada o circularque es lo que no un deja que los suban ratos (era importante no posar un palo o algo en ellos que les ayude a subir hacia la comida) y algunas veces también tenían tornagües, unas tablas que defienden el hórreo cuando el agua achubasca. El hórreo está hecho nada más de madera, menos el pilpayu, la muela y el tejado.

Como dato interesante, hay veces que podemos encontrar inscripciones en los hórreos, como el nombre de su amo, o alguna frase dedicada a dios o a la virgen, escritas para pedirles que la proteja cosecha.