Bajo el término zarzuela asturiana pueden considerarse aquellas obras de teatro lítico con partes cantadas y habladas, inspiradas en motivos regionales – tanto en la música como en el tema y argumento – , y compuestas por autores asturianos o foráneos. Como precedente, podría citarse la zarzuela en dos jornadas de Sebastián Durón, Salva encantada de Amor, con el Bayle del Órgano y fin de fiesta, representado al final de la segunda jornada de la zarzuela. Los personajes del baile, de ambiente asturiano, son cuatro damas, un fabricante de órganos y un hombre. Hay una gaita en el baile, que sirve para concluir toda la obra, con un estribillo ¡Ay, cómo suena la gaita de Oviedo!

Antes de que el Nacionalismo musical hiciese su aparición, casi no cabe hablar de un género zarzuelístico asturiano de verdadera entidad. Hay ejemplos aislados, muchos de ellos perdidos, y no hay compositores asturianos que se dedicasen con exclusividad a la zarzuela. Desde mediados del XIX hay compositores como José Argüelles, autor de La bruja, zarzuela cómica con libreto de José Indalecio de Caso, estrenada n’Uviéu entre 1850 y 1852; o Alejandro Jove y Puerta, que compuso dos zarzuelas, de título y temática desconocida. Otro ejemplo aislado es el del escritor de Pola de Siero Sandalio Sánchez, que en 1861 redactó y envió a Francisco Asenjo Barbieri un loibreto para una proyectada zarzuela en tres actos, titulada La rebelión de los moriscos. Con este objeto, mantuvo correspondencia con Barbieri desde el 12 de septiembre hasta el 26 de diciembre de 1861, sin que la música llegase a ser compuesta.

Entre las primeras zarzuelas asturianas, es preciso citar El Rapacín de Candás, con música del catalán Gabriel Balart y libreto de Francisco García Cuevas; y Una romería en Mieres, Zarzuela en un acto en verso bable (La Habana: Imprenta y Papelería de El Correo Militar, 1879), con música del gallego Felisindo Rego y libreto de Sergio García y Echevarría, estrenada en el Teatro Tacón de La Habana, el 7 de septiembre de 1879. Una plena dedicación al género puede encontrarse en Osmundo Barredo Gutiérrez (1880-1931), que desarrolló su carrera en la Argentina, y es autor de varias zarzuelas de orientación nostálgica y regionalista, algunas de ellas con libreto de su hermano Aureliano, entre las que destacan La nieta de Pinín, De Asturias a Madrid, Ilusiones, La fiesta de Villa Cogollu, Media hora en Asturias, Al son de la gaita, El Alma de Asturias y La chica del barrio.