L’amagüestu de difuntos

Una de las costumbres con más arraigo en Asturies era la de hacer amagüestos, una reunión que se hacía varias veces entre el otoño y el invierno. Sin embargo, en esta ocasión tenía algo especial, pues en la víspera de Todos los Santos se dejaba un puñado de castañas debajo de un montón de hierba para quitar el hambre de los difuntos. Si alguna de estas castañas estallaba, significaba que alguien había conseguido salir del purgatorio. Esta tradición se hizo hasta los años 40 del siglo pasado, y tiene mucha similitud con la tradición mexicana de Día de Muertos. 

El aguinaldo

Al igual que la tradición en Estados Unidos en estas mismas fechas o que en Antroxu, la gente más joven salía con la cara embadurnada de ceniza y sin disfrazarse a pedir cantando por las casas de alrededor. Las recompensas eran varias, entre las que estaban castañas, avellanas o chorizo, aunque la recompensa estrella eran los frixuelos. En este sentido, si los dueños de la casa no les daban nada, los chavales y chavalas cantaban una canción en contra de ellos. 

Calabazas como adorno

Aunque ahora relacionemos la tradición de vaciar las calabazas a la costumbre americana, esta práctica está suficientemente documentada en el norte de España hasta la segunda mitad del siglo XX. Las calabazas, colocadas en los cruces de caminos, puertas y ventanas (ahí donde aparecían las ánimas) eran vaciadas por la juventud, que después llenaba con velas iluminadas. 

Los barcos se quedan en el puerto

En muchos de los pueblos pesqueros que hay en la costa asturiana, los pescadores no salían a faenar en la víspera de Todos los Santos. Esto era por miedo a que de las redes de pesca salieran los huesos de todos los pescadores que habían fallecido faenando en el mar. Aunque esto no era el único peligro; cuenta una leyenda en Cuideiru que una vez salieron dos pescadores a faenar y en los alrededores de la Concha d’Artéu encontraron una gran cantidad de huesos con velas que había puesto allí la Güestia.

La güestia

La güestia es un personaje mitológico con mucha importancia en estas fechas. Se trata de una procesión nocturna de almas en pena que anda por los caminos diciendo “Andai de día que la nueche ye mía”. En un principio, esta fatídica procesión sólo podía ser vista por quienes tuvieran ese don, que se decía que se adquiría por los bautizados con los óleos de ungir a los muertos o con la estola negra que el cura emplea en Jueves Santo. Se dicen que aquel que la viera moriría al poco tiempo, puesto que constitutúa un augurio mortal, a no ser que se tomasen determinadas precauciones.