Antes de que los astures habían dado nombre a nuestra tierra, dicen las leyendas que ésta estaba poblada por unos misteriosos seres de dimensiones gigantescas llamados «mouros», aunque por su talante fuxidizu y rudu se sabe perpoco de ellos. De su existencia namái en las queda el testimonio de algunos megalitos repartíos por toda Asturias, dando crédito a extrañas habladurías que la recuerden fortaleza sobrenatural de estas criaturas. En este sen, es como se afirma que por su estraordinario vigor en unle costaba ni torta trasportar grandes piedras de una montaña a otro para edificar estas enigmáticas construcciones en la cuya finalidad todavía es un secreto. La imaginación popular ha adjudicado a los dólmenes la función mágica de grandes hornos donde cocían el oro, envizcando a muchas personas a rebuscar abajo su tierra las tesoros fabulosos allí empozadas. En el de Rastrilles, precisamente, se dice que ha sido una moura quien ha pujado con la tiesta por la piedra cobertura, marcando con el talón los cazoletos que se observen en la superficie.


Los «mouros» esaparecieron de la superficie de la tierra por razones desconocidas, pese a que se supón que ha coincidido con la expansión del cristianismo. Han Sido obligados a vivir en su interior donde se sabe que se dediquen a la minería, la metalurgia o, simplemente, a jugar a los bolos. Rara vez salen por cuevas y dólmenes para recoger comida. Dicen que namái lo hacen al atardecer o en plena oscuridad y en días muy señalados, como la mágica noche de San Xuan.