En Asturies se han descubierto más de trescientos castros, si bien es posible que existan muchos más. La zona donde se encuentran estas fortificaciones se sitúa claramente en el río Sella, antigua frontera entre los astures y los cántabros. Efectivamente, estos últimos eran pueblos fundamentalmente trashumantes, por lo que no construirían viviendas permanentes.

Los castros (del latín castrum, campamento fortificado) están situados en lugares destacados del terreno, para observar y controlar las vías de comunicación. Al mismo tiempo de este modo se facilitaba el trabajo de construcción gracias a los accidentes naturales del terreno. Los castros situados en la costa aprovechaban algún promontorio o cabo separado por un itsmo pequeño. En él construían un foso para dificultar el paso además de estar generalmente rodeados de costa escarpada que impedía el acceso por mar. Existen de manera abundante en la parte occidental asturiana. Por el contrario, los castros asentados en el interior se solían situar sobre una elevación de terreno con cortes abruptos que tuviera buena visibilidad. También cerca de algún río o arroyo para garantizar el consumo de agua en el caso de permanecer mucho tiempo sin poder salir.

Dentro del recinto amurallado se encuentra el espacio castreño, donde están ubicadas las viviendas (generalmente entre 40 y 80), con su correspondiente sistema defensivo y sus servicios comunitarios. Si tenemos en cuenta que cada cabaña correspondía a una familia, el número de habitantes de un castro sería de entre mil y dos mil.

El más conocido y estudiado dentro del territorio asturiano es el de Cuaña, llamado también Castrillón o Castelón. Está sentado en una colina sobre el cauce del río Xarriou y dividido en varias partes. La parte más alta está ocupada por la acrópolis que era un recinto de planta triangular de función desconocida y rodeado de una muralla. El sector habitado estaba formado por la cabañas de forma circular. Los muros eran de pizarra, material abundante en la zona, y disponían también de unas termas muy elementales.

A menos de un kilómetro del castro se levanta una estela discoidea. Esta es de proporciones considerables (diámetro de un metro y medio), labrada en un bloque monolítico. Aunque una de sus caras fue pulimentada, se desconoce si tuvo alguna vez una inscripción. Relacionada con seguridad con el propio castro, no se ha podido precisar su función específica.

Castro de Cuaña

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