San Valentín y el Día del Padre son hermanos. Nacieron del mismo padre: un asturiano ilustre que, al acabar la posguerra, encontró en ambas fechas una oportunidad de engrandecer su negocio.

Fue a finales de los años 40. Si en 1948 Galerías Preciados publicaba el primer anuncio en la prensa española incitando a agasajar con regalos al ser amado, también ese año ‘Nely’ Vicente, a la sazón profesora del colegio Santo Ángel de Vallecas, organizó un homenaje a los padres de sus alumnos haciéndolo coincidir con el día en que se festejaba al padre por excelencia: San José, el de Jesucristo (aunque putativo). Ya se celebraba, por entonces, el Día de la Madre, y ahora la maestra ofrecía a los niños la oportunidad de ofrecerle un regalo a su progenitor.

De aquella pequeña iniciativa local, casi anecdótica, haría un emporio Pepín Fernández, moscón al frente de las populares Galerías Preciados, en Madrid. Seis años más tarde, y de la mano de El Corte Inglés, dirigido por el también asturiano Ramón Areces, ambos negocios lanzaron el primer Día del Padre que tuvo efectos a nivel nacional. Usaron el mismo día que aquella maestra madrileña y que ya tímidamente, desde entonces, habían comenzado a publicitar algunos pequeños negocios de Madrid. Socialmente, la iniciativa, hecha a golpe de anuncio en el ABC y por medio de la cartelería colocada en las más céntricas calles madrileñas, fue todo un éxito; por parte de las mentes pensante, no tanto. ¿Comprar un regalo a los progenitores en tiempos en los que solo el padre llevaba el dinero a casa según el modelo de la familia más tradicional?

“Pese a que nosotros, los padres, seamos luego los beneficiarios del tirante o el calcetín, de la corbata trasnochada o de los zapatos tuertos, en definitiva, seremos nosotros quienes lo pagaremos todo, con lo que el beneficio no parece por parte alguna”, decía el periódico gijonés ‘Voluntad’ allá por 1954, cuando ya estaba claro que la fiesta había llegado para quedarse: todos los negocios, aquí y acullá la secundaban. ¿Pensaban ustedes que acaso sería más antigua la asociación del 19 de marzo con los cartones de tabaco, las maquinillas de afeitar o los jerseys al padre? ¡Eso es que no conocían ustedes lo convincente que era el buen Pepín Fernández!