Esta ruta singular hecha para la construcción de la canal del salto de agua de la Central de Poncebos tiene dos circunstancias favorables: el escaso impacto ejercido sobre el paisaje y, lo que es más importante, la apertura del camino a la vera del canal en los tramos más complicados del desfiladero.

Para aproximarse a este espacio natural, el de mayor atractivo de los Picos de Europa, tenemos como epicentro a Caín, a la entrada del desfiladero del Cares. Su comunicación normal era con Valderón, adonde accedían por un camino de arriería. Los cainejos tenían dos rutas para pasar a Asturies: A Cangas por el enriscado sendero del Collau Tornu, a salir a la Canal de Trea, a la altura de Cuarroble, más o menos a la mitad: de allí arriba, hasta Ariu y por Las Reblagas. La Rendondiella, Belbín e el Cantu de Texeu, por varios caminos donde se llega a distintos lugares del Valle de Onís.

Hoy el camino del Cares nos acerca al vivir de unas gente que todo se lo debían al campo exiguo, en un hacer constante para arrancar a la naturaleza los donles que les brindaba en los huertos colgados de la pequeña, en los mayaos en los lugares más enriscados donde se vice en lo vertical, en la «ruta del cielo», como decía un enamorado montañero (Ángel Marías), conocedor como nadie de este mundo de canales, coteras, llambrias y que en sus escritos recoge el patético mensaje de una naturaleza convulsa y la vida de unos hombres que del esfuerzo hacían un hábito y del riesgo una obligación.